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Las 5 etapas del duelo en alemán
Cuando perdemos a un ser querido, el dolor que experimentamos puede resultar insoportable. Es comprensible que el duelo sea complicado y que a veces nos preguntemos si el dolor terminará alguna vez. Pasamos por una serie de experiencias emocionales como la ira, la confusión y la tristeza.
La primera etapa de esta teoría, la negación, nos ayuda a minimizar el dolor abrumador de la pérdida. Mientras procesamos la realidad de nuestra pérdida, también intentamos sobrevivir al dolor emocional. Puede ser difícil creer que hemos perdido a una persona importante en nuestras vidas, especialmente cuando podemos haber hablado con esta persona la semana anterior o incluso el día anterior.
Nuestra realidad ha cambiado completamente en este momento de pérdida. Nuestra mente puede tardar en adaptarse a esta nueva realidad. Estamos reflexionando sobre las experiencias que hemos compartido con la persona que hemos perdido, y puede que nos preguntemos cómo seguir adelante en la vida sin esta persona.
Hay mucha información que explorar y muchas imágenes dolorosas que procesar. La negación intenta ralentizar este proceso y llevarnos paso a paso, en lugar de arriesgarnos a sentirnos abrumados por nuestras emociones.
Modelo Kübler-ross
Aunque estas etapas son únicas para cada persona que se enfrenta a la enfermedad, la muerte o la pérdida, y la mayoría de las personas no las siguen en un patrón lineal, son útiles para describir algunas de las emociones que acompañan a estos acontecimientos que cambian la vida.
Las etapas no pretenden ser completas ni cronológicas. No todas las personas que experimentan un acontecimiento que pone en peligro la vida o que la cambia sienten las cinco respuestas, ni todas las personas que las experimentan lo hacen en el orden que está escrito. Las reacciones a la enfermedad, la muerte y la pérdida son tan únicas como la persona que las experimenta.
Es importante recordar que algunas personas experimentarán todas las etapas, algunas en orden y otras no, y otras personas pueden experimentar sólo algunas de las etapas o incluso estancarse en una. También es interesante tener en cuenta que la forma en que una persona ha manejado la adversidad en el pasado afectará a cómo se maneja un diagnóstico de enfermedad terminal.
Por ejemplo, una mujer que siempre evitó la adversidad y utilizó la negación para hacer frente a la tragedia en el pasado puede encontrarse atascada en la etapa de negación de afrontamiento durante mucho tiempo. Del mismo modo, un hombre que utiliza la ira para enfrentarse a situaciones difíciles puede verse incapaz de salir de la etapa de afrontamiento de la ira.
Etapas del duelo por la muerte
Las cinco etapas del duelo están arraigadas en nuestra conciencia cultural como la progresión natural de las emociones que se experimentan tras la muerte de un ser querido. Sin embargo, resulta que este modelo no tiene una base científica, no describe bien las experiencias de la mayoría de las personas y ni siquiera fue concebido para aplicarse a los afligidos.
Desde la publicación de On Death and Dying, unos cuantos estudios han intentado probar la validez de la teoría de los estadios de forma empírica. La mayoría de los resultados han sido insuficientes. Este estudio de 1981 analizó a 193 personas que habían enviudado durante distintos periodos de tiempo. Sus resultados indican que “las tensiones de la viudez persisten durante años después de la muerte del cónyuge; no confirman la existencia de etapas de adaptación separadas”. El trabajo realizado por Bonnano en 2002 analizó a 205 individuos antes y después de la muerte de sus cónyuges, y descubrió que sólo el 11% siguió la trayectoria de duelo que se supone “normal”.
Muchos de los estudios cuyos resultados sí apoyan la existencia de una teoría del duelo por etapas han sufrido graves problemas metodológicos. Por ejemplo, este estudio de 2007 que examinó a 233 personas en duelo. Después de su publicación, varias cartas al editor criticaron su diseño y sus resultados, y los autores socavaron posteriormente sus propias conclusiones al sugerir que se reetiquetaran y reconceptualizaran las etapas del duelo.
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En primer lugar, Sobre la muerte y la agonía nunca fue un estudio sobre el dolor y el duelo. Era una discusión de algunas reacciones emocionales clave a la experiencia del moribundo. Sí, el dolor era una parte de esa experiencia, pero no era la totalidad de la experiencia.
En cuarto lugar, y de forma bastante inexplicable, Sobre la muerte y el morir se ha interpretado regularmente de forma errónea y maliciosa como un estudio de investigación. Es un libro popular de descripción, observación y reflexión basado en una serie de diálogos con moribundos. No se invitó a los participantes a formar parte de un proyecto de investigación, sino que se les pidió que hablaran de su experiencia para ayudar a los profesionales sanitarios a comprender mejor sus necesidades.
Por último, Sobre la muerte y la agonía representa un puente duradero entre las conversaciones científicas/académicas internas sobre la muerte y la agonía y la enorme necesidad de información y debate por parte del público en general….. Sobre la muerte y la agonía anima a los hombres, mujeres y niños de a pie a conversar con sus moribundos, pero también a ampliar enérgicamente ese compromiso para incluir un diálogo con las élites científicas, académicas y clínicas responsables del cuidado moderno de los moribundos. Este útil trasfondo de compromiso público, y este tipo de interfaz social, se convierte en una base desde la que podemos plantear preguntas de búsqueda sobre nuevos polos, prácticas o tecnologías cuando se introducen, recordando que éstos intervienen en el momento más sensible y vulnerable de nuestras vidas. Como ha hecho en el pasado, Sobre la muerte y la agonía seguirá estimulando a las comunidades para que se comprometan con nuestros profesionales, y con otros expertos, en los dilemas éticos y sociales a los que todos debemos enfrentarnos en las nuevas y a menudo complejas formas de atención al final de la vida que se nos ofrecen en el siglo XXI.