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Cómo superar la indefensión aprendida pdf
Cuando ocurren cosas malas, nos gusta creer que haríamos todo lo necesario para cambiar la situación. Las investigaciones sobre lo que se conoce como indefensión aprendida han demostrado que cuando las personas sienten que no tienen ningún control sobre lo que ocurre, tienden a rendirse y a aceptar su destino.
La indefensión aprendida se produce cuando un animal es sometido repetidamente a un estímulo aversivo del que no puede escapar. Con el tiempo, el animal dejará de intentar evitar el estímulo y se comportará como si fuera totalmente impotente para cambiar la situación. Incluso cuando se presentan oportunidades de escapar, esta indefensión aprendida impedirá cualquier acción.
El concepto de indefensión aprendida fue descubierto accidentalmente por los psicólogos Martin Seligman y Steven F. Maier. Inicialmente, observaron el comportamiento de indefensión en perros condicionados de forma clásica a esperar una descarga eléctrica tras escuchar un tono.
Posteriormente, colocaron a los perros en una caja de transporte que contenía dos cámaras separadas por una barrera baja. El suelo estaba electrificado en un lado y no en el otro. Los perros previamente sometidos al condicionamiento clásico no hicieron ningún intento de escapar, a pesar de que evitar la descarga implicaba simplemente saltar una pequeña barrera.
Indefensión aprendida de los padres
La historia de cómo la psicología inculpó a las mujeres de sus propias agresiones comenzó, como tantas historias de la psicología, con unos animales atrapados. A finales de la década de 1960, el psicólogo Martin Seligman realizó una serie de experimentos de comportamiento con perros. Les dio descargas eléctricas al azar y observó sus respuestas.
Después de encerrarlos en jaulas y someterlos a un dolor imprevisible e incontrolable, los perros acabaron renunciando a sus intentos de escapar, incluso cuando se abrieron las puertas de sus jaulas. En un caso ya clásico de reencuadre, Seligman acuñó el término “indefensión aprendida” para describir sus respuestas.
Esta nueva teoría era increíblemente atractiva. Localizaba el problema en las víctimas de la violencia y manipulaba sus percepciones basadas en la realidad de un entorno tóxico y amenazante para la vida.
La indefensión aprendida era una etiqueta tan socialmente aceptable para la victimización repetida que todavía se aplica regularmente a muchas víctimas de la violencia social, institucional e interpersonal. Esto incluye, sobre todo, a las mujeres sometidas a la violencia doméstica.
Síndrome del hombre indefenso
La teoría de la indefensión aprendida afirma que la indefensión y la depresión se desarrollarán en la víctima en respuesta a su pérdida de capacidad para predecir qué acciones producirán un resultado concreto. La víctima aprende a elegir sólo aquellas acciones que probablemente tendrán éxito en la disminución del abuso y utilizan estos comportamientos una y otra vez en lugar de intentar un nuevo comportamiento, para el cual la respuesta será desconocida para ellos. Se convierten en “centrados en la supervivencia” en lugar de “centrados en la huida”. Sobrevivir dentro de la relación se convierte en su objetivo, y pueden seguir pareciendo seguras de sí mismas, independientes, etc. a los ojos de los demás, pero mientras tanto el abusador se vuelve más poderoso a sus ojos. Ven a los demás como menos capaces de ayudarles y se sienten atrapados y solos. Se sienten deprimidos, temerosos, indefensos y dependientes. A medida que pasa el tiempo, ven que es imposible escapar.
Lenore Walker, creadora del Ciclo del Maltrato, cree que “si una mujer quiere escapar de una relación así, debe superar la tendencia a las técnicas de supervivencia de la impotencia aprendida, enfadándose en lugar de deprimirse y culparse a sí misma; siendo activa en lugar de pasiva; y más realista en cuanto a la probabilidad de que la relación siga su curso aversivo en lugar de mejorar. Debe aprender a utilizar habilidades de escape compatibles con las conductas de supervivencia ya adoptadas.”
Síndrome de la mujer maltratada por indefensión aprendida
La indefensión aprendida es un patrón de comportamiento que implica una respuesta desadaptativa caracterizada por la evitación de los retos, el afecto negativo y el colapso de las estrategias de resolución de problemas cuando surgen obstáculos. Para que la indefensión aprendida esté presente son necesarios tres componentes: la contingencia, la cognición y el comportamiento.
La contingencia es la idea de que existe una relación identificable entre las acciones de uno y la respuesta del entorno, como por ejemplo golpear un tambor y el sonido resultante. En la investigación sobre la indefensión aprendida, la contingencia se operativiza más a menudo como su contrario, la incontrolabilidad, de modo que cuando un agente actúa, no hay una relación identificable con una respuesta específica. Las cogniciones también son necesarias. Se consideran como la forma de entender y explicar la contingencia o la falta de ella. La forma en que los individuos explican las contingencias ambientales conduce al tercer componente de la indefensión aprendida: el comportamiento. Así, la indefensión aprendida existe en una situación en la que no hay una contingencia observable y en la que uno espera que esta incontrolabilidad continúe y se comporta en consecuencia, como por ejemplo dejando de trabajar.