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Padres sobreprotectores a los 20 años
Cuando los niños se portan mal, tienen un arsenal de comentarios que te lanzan para ponerte a la defensiva, un lenguaje secreto que está diseñado para ganar el control y absolverlos de la responsabilidad. Si te tomas esos comentarios al pie de la letra -o te los tomas al pie de la letra-, siempre estarás a la defensiva, reaccionando constantemente ante un niño que está fuera de control.
En este artículo, examinamos los comentarios más comunes que los niños lanzan a sus padres cuando se portan mal, lo que realmente significan y cómo responder a ellos de una manera eficaz que ponga la responsabilidad de comportarse adecuadamente donde debe estar: en el niño.
Cuando los niños se portan mal, no siempre son conflictivos. Una de las formas en que los niños eluden las normas de la casa es aplazando y postergando a sus padres hasta que éstos terminan por dejar de pedirles que ayuden.
Aunque muchos padres racionalizan: “Es más fácil si lo hago yo mismo”, hay que entender que ceder a su hijo les da una falsa sensación de derecho, de que “el mundo les debe algo” y de que no necesitan cumplir con sus responsabilidades.
Cómo curarse de unos padres sobreprotectores
Yo era tan católica que podía sentarme, levantarme y hacer la genuflexión cuando me lo ordenaban. Podía oler una primera lectura de San Pablo a los Corintios desde una milla de distancia. Y hasta me dieron una medalla por ser monaguillo.
Mi padre decía “maricón” y “maricón” (peyorativamente) con desenfreno, como cuando un árbitro hacía una mala jugada durante un partido de hockey. Mientras tanto, mi madre señalaba a las personas que sospechaba que eran homosexuales y me hacía un gesto de muñeca floja.
No sabía lo que significaba ser aliado, pero aun así, sabía que esas personas no eran aliadas, y decidí que eran las últimas personas con las que querría salir del armario. Sus actitudes también me hicieron sentir que el mundo sería igual de hostil. Y para muchos, lo es absolutamente.
Así que, al principio, cuando por fin estaba preparada -en mi 20º cumpleaños- empecé a salir del armario con todo el mundo menos con mi familia. Después de demasiado tiempo ocultando quién era, y de algunas situaciones peligrosas que suelen ocurrir cuando intentas actuar de acuerdo con lo que eres, pero no tienes la referencia o el apoyo para manejarlo.
Recién salido del armario, fui a mi primer bar gay con un amigo y poco a poco empecé a sentir que estaba conociendo mi verdadero yo. Me sentía bien porque mis padres no lo sabían y puede que no lo sepan nunca. Empezaba a sentirme tan cómodo que me metí una postal de una futura fiesta gay en el bolsillo del pantalón y me la llevé a casa.
Padres controladores en la edad adulta
Vanessa Doofenshmirtz es hija de Heinz y Charlene Doofenshmirtz. Nació el 15 de junio, casualmente el mismo día que el aniversario de boda de Linda y Lawrence. (“Tío, vamos a volver a juntar la banda”).
Vanessa es aguda y sarcástica. Su comportamiento es comparable al de una típica adolescente. Se preocupa por su reputación, ya que se molestó cuando su ropa fue cambiada por error con la de Candace. Vanessa siempre se ha encontrado con la gente “punk” o “gótica”, como se ve en las fotos de su infancia y en las apariciones de sus amigos (“¡Hail Doofania!”, “Dude, We’re Getting the Band Back Together”, “Brain Drain”).
Es evidente que desea tener un coche propio. Una vez intentó demostrar que era lo suficientemente responsable como para tener un coche propio intentando adquirir un elemento raro, Pizzazium Infinionite, en la Superduper Mega Superstore para su padre cuando éste lo necesitaba (“Vanessassary Roughness”). También lo ha demostrado cuando le dijo que le había traído un regalo que sería, según sus palabras, “La clave de su felicidad”, esperando abiertamente un coche pero consternada al descubrir que era una muñeca Mary McGuffin que había pedido cuando tenía siete años. (“Buscando a Mary McGuffin”)
Cómo lidiar con padres sobreprotectores en la edad adulta
Ayer hablé con una madre primeriza que lo está pasando mal. Está en casa con su hijo de 7 meses, dándole el pecho, encargándose de todo el cuidado del niño y de la crianza nocturna, y sintiéndose culpable por no ser muy feliz. Naturalmente, ama a su hijo, está agradecida por la oportunidad de estar con él, pero se siente atrapada, sola y como si todas las demás madres se divirtieran más. A veces está tan mal que se mete en la ducha al final del día y simplemente llora. Está paralizada por la falta de sueño, su marido trabaja 12 horas al día y no entiende lo mal que se siente. A él le toca ir a trabajar, que es de lejos el trabajo más fácil.¿Te suena?
Hace unos años, cuando mis hijos tenían 2 y 4 años, me encontré con un viejo amigo al que no había visto en 10 años. Estaba divorciado y sin hijos, y se emocionó mucho al oír hablar de mi familia. “Vaya, eres madre”, dijo. “¡Es increíble! ¿Cómo es?”
Empecé a retroceder con el perro. “Por supuesto, amo a mis hijos, y no cambiaría nada, pero… ¿Pañales? ¿Limpiar vómitos? ¿Sangrar los pezones y los sacaleches? ¿Ser despertada repetidamente durante la noche y a las 5-6 de la mañana diariamente durante cuatro años consecutivos?”