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Miedo a las palabras que son iguales al revés
Nuestro miedo a las opiniones de los demás, o FOPO, se ha convertido en una obsesión irracional e improductiva en el mundo moderno, y sus efectos negativos van mucho más allá del rendimiento. Si empiezas a prestar cada vez menos atención a lo que te hace ser tú -tus talentos, creencias y valores- y empiezas a conformarte con lo que los demás puedan o no pensar, perjudicarás tu potencial.
Si realmente quieres vencer a FOPO, tendrás que cultivar más conciencia de ti mismo. La mayoría de nosotros vamos por la vida con un sentido general de quiénes somos y, en muchas circunstancias, eso es suficiente. Nos las arreglamos. Pero si quieres dar lo mejor de ti mismo y tener menos miedo a las opiniones de la gente, tienes que desarrollar un sentido más fuerte y profundo de quién eres.
Puedes empezar desarrollando una filosofía personal: una palabra o frase que exprese tus creencias y valores básicos. Esta filosofía no es un tópico ni un eslogan, sino una brújula que guía tus acciones, pensamientos y decisiones.
Piensa en un momento en el que te sentiste extremadamente ansioso, por ejemplo, antes de levantarte para hablar en público, de levantar la mano en una reunión importante o incluso de caminar por una sala llena de desconocidos. La razón por la que te sentiste pequeño, asustado y tenso es que te preocupaba la desaprobación social.
Fobias poco comunes
La mayoría de las personas experimentan cierto grado de nerviosismo o ansiedad cuando dan un discurso, una presentación o actúan en un escenario. Sin embargo, se las arreglan para afrontar la ocasión aunque no la disfruten. Sin embargo, las personas que sufren glosofobia pueden evitar deliberadamente las situaciones en las que tengan que hablar en público.
Sin embargo, una persona con glosofobia es incapaz de controlar sus nervios y tiene un miedo extremadamente fuerte a hablar en público, a veces hasta el punto de sufrir un ataque de nervios. Esto puede conllevar temblores incontrolables, sudoración y latidos acelerados del corazón.
Esto puede dificultar mucho la comunicación verbal de los afectados para expresar sus ideas y pensamientos. Como resultado, la glosofobia puede obstaculizar la capacidad de la persona que la padece para avanzar en sus oportunidades académicas, sociales o profesionales.
La glosofobia es una fobia social o un trastorno de ansiedad social, con síntomas reconocibles y tratamiento. Si no se trata, puede provocar soledad, baja autoestima, depresión y aislamiento. Existen estrategias útiles para gestionar y afrontar eficazmente la glosofobia.
No te preocupes por lo que piensen los demás
Todos queremos ser amados y aceptados, pero este deseo tan humano de conectar y pertenecer puede obstaculizarnos cuando dejamos que las opiniones de los demás decidan cómo debemos vivir nuestras vidas. Perseguir nuestras propias pasiones puede parecer un camino solitario a corto plazo, y conlleva el riesgo de alejar a veces a nuestros seres queridos. Sin embargo, si permitimos que nuestra valentía y nuestro amor propio hablen más fuerte que nuestros miedos, acabaremos aprendiendo que el camino que creíamos “más difícil” -el de aprovechar nuestro potencial único sin tener en cuenta las presiones y opiniones de los demás- es el único que puede llevarnos al éxito y a la plenitud. Y también es el único camino que conduce a la verdadera conexión, basada en el apoyo y el aprecio de tus diferencias, que son la base de todo afecto genuino.
No tienes ninguna responsabilidad de estar a la altura de lo que los demás creen que debes conseguir. No tengo ninguna responsabilidad de ser como ellos esperan que sea. Es su error, no mi defecto.- Richard P. Feynman
Los grandes espíritus siempre han encontrado la oposición violenta de las mentes mediocres. Las mentes mediocres son incapaces de comprender al hombre que se niega a someterse ciegamente a los prejuicios convencionales y que, en cambio, opta por expresar sus opiniones con valentía y honestidad.- Albert Einstein (leer más frases)
Frases de miedo
La montaña rusa vacila durante una fracción de segundo en la cima de su empinada pista tras una larga y lenta subida. Sabes lo que está a punto de ocurrir, y ya no hay forma de evitarlo. Es el momento de agarrarse a la barandilla, con las palmas de las manos sudadas y el corazón acelerado, y prepararse para el salvaje descenso.
El miedo es una de las emociones humanas más básicas. Está programado en el sistema nervioso y funciona como un instinto. Desde que somos bebés, estamos equipados con los instintos de supervivencia necesarios para responder con miedo cuando percibimos un peligro o nos sentimos inseguros.
El miedo nos ayuda a protegernos. Nos hace estar alerta ante el peligro y nos prepara para afrontarlo. Sentir miedo es muy natural -y útil- en algunas situaciones. El miedo puede ser como una advertencia, una señal que nos advierte de que debemos tener cuidado.
Cuando percibimos el peligro, el cerebro reacciona al instante, enviando señales que activan el sistema nervioso. Esto provoca respuestas físicas, como una aceleración de los latidos del corazón, una respiración rápida y un aumento de la presión arterial. La sangre bombea a los grupos musculares para preparar el cuerpo para la acción física (como correr o luchar). La piel suda para mantener el cuerpo fresco. Algunas personas pueden notar sensaciones en el estómago, la cabeza, el pecho, las piernas o las manos. Estas sensaciones físicas de miedo pueden ser leves o fuertes.