Que es la indefensión aprendida

Indefensión deutsch

La indefensión aprendida es el comportamiento que muestra un sujeto tras soportar repetidos estímulos aversivos que escapan a su control. Inicialmente se pensó que se debía a que el sujeto aceptaba su impotencia: dejaba de intentar escapar o evitar el estímulo aversivo, incluso cuando se le presentaban esas alternativas de forma inequívoca. En las últimas décadas, la neurociencia ha aportado información sobre la indefensión aprendida y ha demostrado que la teoría original era al revés: el estado por defecto del cerebro es asumir que no hay control, y la presencia de “ayuda” es lo que se aprende primero. Sin embargo, se desaprende cuando un sujeto se enfrenta a una estimulación aversiva prolongada[3].

En los seres humanos, la indefensión aprendida está relacionada con el concepto de autoeficacia, es decir, la creencia del individuo en su capacidad innata para alcanzar objetivos. La teoría de la indefensión aprendida es la opinión de que la depresión clínica y las enfermedades mentales relacionadas pueden ser el resultado de esa ausencia real o percibida de control sobre el resultado de una situación[4].

Indefensión aprendida Seligman

La indefensión aprendida es un patrón de comportamiento que implica una respuesta desadaptativa caracterizada por la evitación de los retos, el afecto negativo y el colapso de las estrategias de resolución de problemas cuando surgen obstáculos. Para que la indefensión aprendida esté presente son necesarios tres componentes: la contingencia, la cognición y el comportamiento.

La contingencia es la idea de que existe una relación identificable entre las acciones de uno y la respuesta del entorno, como por ejemplo golpear un tambor y el sonido resultante. En la investigación sobre la indefensión aprendida, la contingencia se operativiza más a menudo como su contrario, la incontrolabilidad, de modo que cuando un agente actúa, no hay una relación identificable con una respuesta específica. Las cogniciones también son necesarias. Se consideran como la forma de entender y explicar la contingencia o la falta de ella. La forma en que los individuos explican las contingencias ambientales conduce al tercer componente de la indefensión aprendida: el comportamiento. Así, la indefensión aprendida existe en una situación en la que no hay una contingencia observable y en la que uno espera que esta incontrolabilidad continúe y se comporta en consecuencia, como por ejemplo dejando de trabajar.

Lee más  Cuando se termina el amor

Superar la indefensión aprendida

Todos tenemos alumnos que sólo quieren hacerlo todo bien.  Todos tenemos alumnos que buscan constantemente la atención del profesor: “¿Lo he hecho bien?” “¿Esto es lo que quieres?”. Aunque es bueno afirmar a los alumnos en su aprendizaje, muchas veces queremos que sean creativos con su aprendizaje. Queremos que se apropien de su aprendizaje y que creen productos de evaluación en los que puedan mostrarnos lo que saben de formas nuevas e inventivas. Por ello, no hay una sola respuesta correcta, aunque nuestros alumnos suelen estar entrenados para pensar que sólo puede haber una.

Del mismo modo, queremos que los alumnos sean reflexivos, que se pregunten: “¿Cómo sé si voy por el buen camino?” o “¿Qué podría hacer a continuación?”. En lugar de acudir inmediatamente al profesor, queremos que los alumnos experimenten por su cuenta. Muchos nos preguntamos por qué los alumnos hacen constantemente lo contrario. Tengo una noticia para ti: En parte es culpa nuestra. Nosotros, como educadores, somos a menudo responsables de la indefensión aprendida, y tenemos la responsabilidad de cambiarla. ¿Cómo podemos capacitar a nuestros alumnos para que sean aprendices autodirigidos?

La indefensión aprendida de Seligman

La indefensión aprendida es lo que los investigadores en ciencias sociales llaman cuando una persona es incapaz de encontrar soluciones a situaciones difíciles, incluso cuando la solución es accesible. Las personas que luchan contra la indefensión aprendida tienden a quejarse mucho, sintiéndose abrumadas e incapaces de marcar una diferencia positiva en sus circunstancias.

En 1967, Martin Seligman y su socio, Steven Maier, estaban investigando el comportamiento animal cuando descubrieron accidentalmente la teoría de la indefensión aprendida. Descubrieron que los perros que habían sido expuestos a una serie de descargas ineludibles dejaban de intentar escapar de las descargas eléctricas por completo.

Lee más  No estoy para tonterias

Cuando Seligman y Maier probaron este experimento con seres humanos (sustituyendo las descargas por ruidos fuertes), descubrieron que las personas tenían una reacción similar. Los que no pudieron controlar el ruido en el primer experimento ni siquiera se molestaron en intentar controlarlo en los ensayos posteriores, a pesar de que el estímulo aversivo era ahora escapable.

Esta investigación condujo a una nueva comprensión del trauma. Las personas que experimentan repetidos abusos y otras situaciones aversivas acaban aprendiendo a sentirse indefensas si nada de lo que hacen lo cambia. Es como si interiorizaran que, dado que nada funcionó en esa situación, nada funcionará tampoco en situaciones similares. El trauma empieza a erosionar otros dos aspectos críticos del bienestar mental: la autoeficacia y el locus de control interno.